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jueves, 19 de mayo de 2016

La Amoris Laetitia interpretada por el propio Francisco (6 de 9)


Cardenal Schönborn

Debo todavía recordar que el Papa Francisco ha definido como centrales los capítulos 4 y 5 (“los dos capítulos centrales”), no solamente en sentido geográfico, sino por su contenido: “no podremos alentar un camino de fidelidad y de entrega recíproca si no estimulamos el crecimiento, la consolidación y la profundización del amor conyugal y familiar” (AL 89). Estos dos capítulos centrales de Amoris Laetitia serán probablemente saltados por muchos para arribar inmediatamente a las “papas calientes”, a los puntos críticos. De experto pedagogo  [ ¿? ] el Papa Francisco sabe bien que nada atrae y motiva tan fuertemente como la experiencia positiva del amor. “Hablar del amor” (AL 89) –esto procura claramente una gran alegría al Papa Francisco, y él habla del amor con gran vivacidad, comprensibilidad, empatíaEl cuarto capítulo es un amplio comentario al Himno de la caridad del capítulo trece de la primera carta a los Corintios. Recomiendo a todos la meditación de estas páginas. Ellas nos animan a creer en el amor (cfr. 1 Juan 4,16) y a tener confianza en su fuerza. 

Es aquí que “crecer”otra palabra clave del Amoris Laetitia, tiene su sede principal: en ningún otro lugar se manifiesta tan claramente como en el amor, que se trata de un proceso dinámico en el cual el amor puede crecer, pero también puede enfriarse. Puedo solamente invitar a leer y gustar este delicioso capítulo. Es importante notar un aspecto: el Papa Francisco habla aquí con una claridad rara, del rol que también las pasiones, las emociones, el eros, la sexualidad tienen en la vida matrimonial y familiar. No es casual que el Papa Francisco cite aquí de modo particular a Santo Tomas de Aquino que atribuye a las pasiones un rol muy importante, mientras que la moral moderna, a menudo puritana, las ha desacreditado o descuidado.[No está bien atribuir a Santo Tomás de Aquino algo que él no ha dicho. Cuando uno se remite a una cita, dicha cita debe darse completa y estar de verdad relacionada con la situación concreta a la que se está refiriendo. Copio a continuación un párrafo del padre Iraburu, de Infocatólica, de un artículo que escribió el 8 de abril de este año y a cuyo contenido completo  puede accederse pinchando aquí:

"Invocar la enseñanza de Santo Tomás sobre las virtudes eventualmente no-operativas, con el fin de atenuar o eximir de culpa a las parejas «irregulares» que no logran salir de su situación objetivamente pecaminosa –adúlteros crónicos, uniones homosexuales, etc.– es un error. La doctrina de Santo Tomás, que es la católica, exime de culpa a quien no puede ejercitar cierta virtud en las obras buenas que son su objeto propio, debido a impedimentos externos a su voluntad. Pero el texto aducido en la Exhortación se refiere a situaciones «irregulares», en las que la persona se ejercita pertinazmente en obras malas –adulterio, unión homosexual, etc.–."]


Es aquí que el título de la Exhortación del Papa encuentra su plena expresión: ¡Amoris laetitia! Aquí se entiende cómo es posible llegar “a descubrir el valor y la riqueza del matrimonio” (AL 205)Pero aquí se hace también dolorosamente visible cuánto mal hacen las heridas de amor. Cómo son lacerantes las experiencias de fracaso de las relacionesPor esto no me maravilla que sea, sobre todo, el octavo capítulo el que llama la atención y el interésDe hecho la cuestión de cómo la Iglesia trate estas heridas, de cómo trate los fracasos del amor se ha vuelto para muchos una cuestión-test para entender si la Iglesia es verdaderamente el lugar en el cual se puede experimentar la misericordia de Dios.

[Ciertamente esas heridas de "amor" hacen daño, pero el verdadero daño se debe al hecho de que estas personas están en una situación de pecado (llámese adulterio, en este caso) y el pecado es el auténtico mal y la causa más profunda de todos los males. Si el sujeto que sufre es bien aconsejado, aunque su dolor no va a desaparecer por ello, tendrá, al menos, un sentido, pues unido al sufrimiento de Cristo tiene un valor redentor. Y es muy posible que llegue a darse cuenta, entonces, que eso es, precisamente, lo que Dios le está pidiendo, en su situación; y que, con su dolor, unido al de Cristo, se purifica su amor y Dios es glorificado en él. Es posible que llegue a convencerse de que sólo acatando la voluntad de Dios podrá alcanzar la máxima libertad posible en esta vida; no como la entiende el mundo sino como la entiende Dios: una libertad que va unida necesariamente al amor a la verdad: "La verdad os hará libres" (Jn 8, 31). En cambio, "todo el que comete pecado es esclavo del pecado" (Jn 8, 34). No estaría de más el recordarles esa máxima, ya olvidada, pero que aún sigue teniendo vigencia, tal vez hoy más que nunca. Y es que "es preferible morir antes que pecar". Dios se lo hará ver si se lo piden con fe ... Mientras tanto, que tengan paciencia. Si proceden así se salvarán, según las palabras de nuestro Señor: "Por la paciencia salvaréis vuestras almas" (Lc 21, 19). ¡Qué importante es tener un buen consejero, que no sólo te acompañe, sino que te diga la verdad! ] 


Este capítulo debe mucho al intenso trabajo de los dos Sínodos, a las amplias discusiones en la opinión pública y eclesial. Aquí se manifiesta la fecundidad del modo de proceder del Papa Francisco [¡pelotillero!]. Él deseaba expresamente una discusión abierta sobre el acompañamiento pastoral de situaciones complejas y ha podido ampliamente fundarse sobre los textos que los dos Sínodos le han presentado [¡Habría mucho que decir acerca de esto, pero entonces no terminaría nunca este comentario!]  para mostrar cómo se puede “acompañar, discernir e integrar la fragilidad” (AL 291).

["Acompañar, discernir, integrar": tal es la regla a seguir, según la AL, ... , y está bien ... pero hay que entender bien cada una de esas palabras, siempre desde la óptica cristiana de la vida; de lo contrario, no se le haría un bien a la persona que sufre. Esto de acompañar, discernir e integrar es algo que siempre lo han hecho los buenos pastores: no es nada que el papa Francisco se haya inventado. El problema reside en el concepto de integración ... pues no se trata de integrar a cualquier precio, sino de integrar, siempre que la persona en cuestión reconozca su situación  "irregular"  como verdaderamente "irregular", es decir, como pecaminosa. Debe ser escuchada y comprendida, pero debe de estar dispuesta a escuchar la verdad cristiana íntegra, sabiendo que no todo está perdido. Ahora bien:  los consejos, el acompañamiento y el discernimiento deben de ser siempre a la Luz de la Palabra de Dios, rectamente interpretada por el Magisterio de la Iglesia de siempre.


Este matiz es muy importante, pero no aparece por ninguna parte en esta presentación de la AL por el cardenal Schönborn, lo cual la hace confusa, en el mejor de los casos. Y es que, ya desde el principio, "irregulares" y "regulares" han sido colocados todos en el mismo saco. Aunque claro está: el cardenal Schönborn no puede inventarse nada que no esté reflejado en la AL y debe de ser un fiel intérprete de Francisco, a quien tanto admira. 
Recordemos la respuesta de Francisco cuando le preguntaron si la AL había introducido algún cambio con relación a los divorciados vueltos a casar: Yo podría decir «sí», y punto. Pero sería una respuesta demasiado pequeña. Les recomiendo a todos leer la presentación que ha hecho el Cardenal Schönborn, que es un gran teólogo. Él es miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe y conoce bien la doctrina de la Iglesia. En esa presentación hallará la respuesta a su pregunta. ¡Gracias!]
Continuará