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miércoles, 17 de agosto de 2016

EL cardenal Müller y la FSSPX (2 de 2) (José Martí)


Yo opino de modo análogo a Chris Jackson; pero me gustaría añadir algo.

Guido Pozzo habla de la posibilidad de que la FSSPX entrara a formar parte de la Iglesia, en forma de una Prelatura personal, como la del Opus Dei; sin embargo, Müller dice exactamente todo lo contrario (¡El video no está disponible!)


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- ¿En qué quedamos? Por otra parte, ¿cómo conciliar lo inconciliable? ¿Cómo es posible que, hablando de lo mismo, un cardenal diga una cosa y otro cardenal otra cosa completamente diferente. Eso es un atentado contra la razón y el recto pensar; y supone afirmar como falso el principio de no-contradicción según el cual "no se puede ser y no ser, al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto". 

- Esto es evidente y de sentido común. Si algo es blanco no puede ser, al mismo tiempo, negro ... a menos que se caiga en el relativismo, que supone la aniquilación del ser ... y se diga: Bueno, eso es blanco para tí pero es negro para mí ... ¡En esas estamos!

De ahí que, a fuer de ser sinceros, es necesario estar con la mosca en la oreja, pues es muy fácil deslizarse por la vía del engaño.

Decía Chris Jackson más arriba que "una vez que la FSSPX sea regularizada y tenga estructura canónica bajo Roma (...) ¿no podrían Francisco, Müller o el mismo Pozzo, exigirle que acepte, bajo obediencia, el ecumenismo y la libertad religiosa?

Y, en realidad, ¿no es eso, acaso, lo que está ocurriendo con la Prelatura del Opus Dei? Como sabemos, Monseñor Mariano Fazio (argentino de 56 años) muy amigo del papa Francisco, es el nuevo Vicario General del Opus Dei, en vez de serlo Javier Echevarría, como cabía esperar: Todo ello por una sencilla razón: ... ¡el Papa es quien elige al Prelado!

- En mi opinión, no sería bueno que la FSSPX aceptase esa "burocracia" de entrar en la Iglesia Católica ... de esta manera. Pienso que gracias a ellos -y a otros como ellos- aún se sigue manteniendo el sentido fundamental de la Tradición en la Iglesia Católica ... un sentido que, desgraciadamente, ha ido desapareciendo a raíz del Concilio Vaticano II ... y que fue, precisamente, la causa de que Monseñor Lefebre fuese excomulgado (junto a los cuatro obispos que ordenó) el 2 de julio de 1988 por el papa Juan Pablo II en su carta apostólica Ecclesia Dei nº 3.



[Marcel Lefebvre falleció el 25 de marzo de 1991, durante la Semana Santa. Sus restos se hallan inhumados en el Seminario de Écône, bajo la leyenda que él mismo deseaba fuese escrita sobre su tumba: Tradidi quod et accepi ("he transmitido lo que recibí")].

La posición de la Fraternidad San Pío X ha sido siempre de obediencia y sujeción al Romano Pontífice en todo lo que es magisterio infalible, aunque resisten las orientaciones pastorales que se han realizado después del Concilio Vaticano II, cosa que por sí misma no constituye negación de ningún dogma de fe. El problema entre la Santa Sede y la Fraternidad San Pío X es, por tanto, de materia disciplinar, no dogmática. Con todo, las excomuniones a los cuatro obispos ordenados por Lefebvre sigueron en pie hasta el 24 de enero de 2009, cuando el papa Benedicto XVI les levantó la excomunión (aquí y aquí)

El 21 de noviembre de 1974, publicó un manifiesto que definió su posición:

Nos adherimos de todo corazón, con toda nuestra alma, a la Roma católica guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias al mantenimiento de esa fe, a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad.

Por el contrario, nos negamos y nos hemos negado siempre a seguir la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II y después del Concilio en todas las reformas que de éste salieron. […]

Ninguna autoridad, ni siquiera la más elevada en la Jerarquía, puede constreñirnos a abandonar o a disminuir nuestra fe católica claramente expresada y profesada por el magisterio de la Iglesia desde hace diecinueve siglos. “Si llegara a suceder - dice san Pablo- que nosotros mismos o un ángel venido del cielo os enseñara otra cosa distinta de lo que yo os he enseñado, que sea anatema” (Gál. 1, 8).

¿No es esto acaso lo que nos repite el Santo Padre hoy? Y si una cierta contradicción se manifestara en sus palabras y en sus actos así como en los actos de los dicasterios, entonces elegimos lo que siempre ha sido enseñado y hacemos oídos sordos a las novedades destructoras de la Iglesia. […]

Habiendo esta Reforma nacida del liberalismo, del modernismo, está totalmente envenenada; sale de la herejía y desemboca en la herejía, incluso si todos sus actos no son formalmente heréticos. Es pues imposible a todo católico consciente y fiel adoptar esta Reforma y someterse a ella de cualquier manera que sea.

La única actitud de fidelidad a la Iglesia y a la doctrina católica, para nuestra salvación, es el rechazo categórico a aceptar la Reforma. Es por ello que sin ninguna rebelión, ninguna amargura, ningún resentimiento, proseguimos nuestra obra de formación sacerdotal bajo la estrella del magisterio de siempre, persuadidos de que no podemos prestar un servicio más grande a la Santa Iglesia Católica, al Soberano Pontífice y a las generaciones futuras.

Es por ello que nos atenemos firmemente a todo lo que ha sido creído y practicado respecto a la fe, las costumbres, el culto, la enseñanza del catecismo, la formación del sacerdote, la institución de la Iglesia, por la Iglesia de siempre y codificado en los libros aparecidos antes de la influencia modernista del Concilio, esperando que la verdadera luz de la Tradición disipe las tinieblas que oscurecen el cielo de la Roma eterna. […]

Marcel Lefebvre (21 de noviembre de 1974)

(Para una mayor información pinchar aquí)

- Entre otras cosas decía Benedicto XVI en el 2009 en su carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la remisión de la excomunión de los cuatro obispos consagrados por el arzobispo Lefebre:

¿Puede dejarnos totalmente indiferentes una comunidad en la cual hay 491 sacerdotes, 215 seminaristas, 6 seminarios, 88 escuelas, 2 institutos universitarios, 117 hermanos, 164 hermanas y millares de fieles? ¿Debemos realmente dejarlos tranquilamente ir a la deriva lejos de la Iglesia? Pienso por ejemplo en los 491 sacerdotes. No podemos conocer la trama de sus motivaciones. Sin embargo, creo que no se hubieran decidido por el sacerdocio si, junto a varios elementos distorsionados y enfermos, no existiera el amor por Cristo y la voluntad de anunciarlo y, con Él, al Dios vivo. ¿Podemos simplemente excluirlos, como representantes de un grupo marginal radical, de la búsqueda de la reconciliación y de la unidad? ¿Qué será de ellos luego?

- En un comunicado del 29 de junio de 2016 del Superior General de la Fraternidad de San Pío X (Monseñor Fellay) que puede leerse pinchando aquí, se observa el gran amor a la Iglesia que poseen. Al fin y al cabo, según afirmó el cardenal Darío Castrillón Hoyos:

No se puede decir en términos correctos, exactos y precisos, que existe un cisma. Hay una actitud cismática en el hecho de consagrar obispos sin mandato pontificio. Ellos están dentro de la Iglesia. Existe únicamente el hecho de que una total, más perfecta comunión está faltando —como quedó afirmado durante la reunión con el Obispo Fellay— una comunión más plena, porque la comunión existe.

Si somos sinceros no podemos menos que acudir a los hechos que estamos presenciando hoy en día ... y que parece que le dan toda la razón a Monseñor Lefebre: un hombre que se expuso a ser excomulgado, como así fue ... y así murió. Todo ello sería causa de profundo sufrimiento, pero todo cuanto hizo fue guiado por el amor a Jesucristo, según puedo leer (yo no soy lefebriano, pero hago uso de la razón). Pienso que la historia (que es guiada por Dios) se encargará de poner las cosas en su sitio.

Y es que la voluntad de un Papa, por muy Papa que sea, no siempre coincide con la voluntad de Dios, aunque bien es verdad que Dios se sirve de él y permite el mal [lo permite, en razón de nuestra libertad; lógicamente no lo quiere, ni puede quererlo]. Lo cierto es que "sabemos que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios" (Rom 8, 28). Monseñor Lefebre amaba a Dios hasta el punto de jugarse su vida antes que admitir algo que sabía que podía conducir a la Iglesia a su destrucción.


No justifico que Monseñor Lefebre hubiera dado lugar a ser excomulgado. Pero no soy quién para juzgarlo, pues "sólo Dios penetra los corazones" (Rom 8, 27). Por otra parte, lo que estaba en tela de juicio no eran verdades dogmáticas, sino algunas afirmaciones discutibles y ambiguas de algunos de los documentos del Concilio Vaticano II; en particular las relativas a la libertad religiosa, la colegialidad, el ecumenismo y el diálogo interreligioso, básicamente ... asuntos, por cierto, que siguen sin estar claros. 

Ahí tenemos, por ejemplo, el libro de Brunero Gherardini: "Vaticano II, una explicación pendiente" (aquí y aquí), quien decía, entre otras cosas, en su súplica al Santo Padre Benedicto XVI, incluída en el epílogo del libro: 

"Parece no ya difícil sino imposible incoar la deseada hermenéutica de la continuidad si antes no se ha procedido a un atento y científico análisis de cada uno de los documentos, de su conjunto y de todos sus argumentos, de sus fuentes inmediatas y remotas, al tiempo que se sigue hablando del Concilio repitiendo su contenido o presentándolo como una novedad absoluta" (...) 

"Basta una palabra suya, Beatísimo Padre, para que, siendo ella misma la Palabra, todo vuelva al cauce de la pacífica, luminosa y gozosa profesión de la única Fe en la única Iglesia" (...) 

"De ese modo se podrá saber si el Vaticano II y, sobre todo, el post-Concilio (o en qué sentido y hasta qué punto) pueden interpretarse en la línea de una indiscutible continuidad, aun evolutiva, o si, por el contrario Concilio y post-Concilio resultan ajenos o incluso obstaculizan esa continuidad"

- En fin, si algo debe de quedar claro es el hecho indiscutible de que la papolatría es un grave pecado: el Papa no es Dios ... de modo que todas sus palabras no pueden ni deben de ser interpretadas como infalibles. Esta infalibilidad se da sólo cuando el Papa habla "ex cathedra" porque entonces no es su palabra sino el Espíritu Santo quien habla a través de él.


Y no digamos si, en lugar de ser Francisco quien habla, es Müller o Schönborn ... que, por cierto, parece ser que en Septiembre, Müller dejará de ser el Prefecto para la Congregación de la Fe y este cargo pasará a ocuparlo Schönborn (ver aquí y aquí): ¡Que Dios nos pille confesados!

José Martí