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sábado, 24 de septiembre de 2016

En la Iglesia, ¿alguien sabe aún lo que significan las palabras? (José Luis Aberasturi) (1 de 2)

Fuente: Infocatólica



Lo acabo de leer en Alfa y Omega, y me imagino que sabrán lo que están diciendo:“La comunión a los divorciados vueltos a casar es admisible en algunos casos, siempre que no se presente como un derecho".

Se apoyan en la Carta de los obispos de la región de Buenos Aires a sus sacerdotes. Carta de la que enviaron copia al Santo Padre, quien les ha respondido que ese escrito “explicita cabalmente el sentido del capítulo VIII de ‘Amoris laetitia’. No hay otras interpretaciones".

Sincera y lamentablemente todo ese titular de AyO me parece un despropósito. Y me explico. Despacito, para no perderme yo también en posibles “flatus vocis": palabras que se han quedado en meros sonidos, porque no significan ya nada realmente.

En primer lugar, y como no puede ser de otra manera, esos “divorciados vueltos a casar” se supone que son católicos: si no lo son, no hay caso. Se supone también que, siendo católicos, no han obtenido sentencia canónica de nulidad matrimonial respecto a su matrimonio: tienen una sentencia de “divorcio exprés”-o más lento: por correo ordinario, pero es lo mismo-, y en consecuencia, tanto para la Iglesia como para ellos, pues son católicos, siguen “casados” con su mujer -como siguen siendo padres de sus hijos- aunque no vivan ya ni con ella ni con ellos.

En segundo lugar, la sentencia de divorcio es meramente “civil"; y, para un católico y ante la Iglesia Católica, ni el “divorcio civil", ni el “matrimonio civil” son algo que tenga validez: no son “reconocibles” por/para la Iglesia; ni, por tanto, para un católico. La Iglesia Católica solo admite que un católico pueda atentar sentencia de divorcio civil cuando, siendo el cónyuge inocente, no haya otra forma de defender y mantener sus derechos; y esta persona no tiene ningún problema ni para confesar, ni para comulgar, ni para estar integrada en la iglesia.

En tercer lugar, al estar casado -al ser ese su “estado” canónico y eclesial, por ser esa su “vocación": situaciones y realidades todas ellas que se omiten ex profeso-, calificar al católico divorciado que se re-ajunta con otra persona como “vuelto a casar” es inadmisible: es un término absolutamente impropio, porque NO SE HA VUELTO A CASAR: está casado ya “antes".

Para más inri, es un término -"vuelto a casar"- que “canoniza” una situación objetiva de pecado grave -mortal de necesidad-, e introduce una terminología que asume con total “naturalidad” su significado extraeclesial -meramente mundano- metiéndolo en el horizonte de la Iglesia como si significase una situación perfectamente asumible: “SE HA VUELTO A CASAR". Pero, ¿cómo ha podido “casarse” quien ya está casado? Esto es bigamia en todas partes, y está vetado en todos los códigos del mundo mundial. Y ¿cómo va a ser “casarse” cuando no hay “matrimonio"? Porque el “matrimonio civil” -cuando se trata de católicos- NO ES MATRIMONIO: ni para la Iglesia. ni para los católicos.

En cuarto lugar: ¿cómo va a poderse admitir a estas gentes a la Comunión -máxime sin hablar antes de Confesión: que aquí hay otro problema teológico y doctrinal no pequeño precisamente-, aunque se pretenda acotar “en algunos casos", especialmente cuando no se “encuadran” esos casos? Se pretende “admisible” y “admitible” lo que no lo ha sido nunca …, porque no puede serlo: no hay autoridad en la Iglesia que pueda hacer “que lo que no es, sea". “Atar y desatar", por si alguno no lo sabe, no es un absoluto que esté al albur de una autoridad, por alta que sea, pues no puede estar al margen -o en contra- de la moral, porque no puede estar al margen o en contra de Dios.

En quinto lugar: ¿el recurso al argumentario de “una ulterior falta dañando a los hijos de la nueva unión” como la puerta que “abre" la AL para el “acceso a los sacramentos", es de recibo? No lo es en absoluto, porque hace tabla rasa del daño a los anteriores hijos de legítimo matrimonio -son “sus” hijos-, como si con estos el divorciado y posterior arrejuntado no tuviese ya ninguna responsabilidad moral y, por tanto, ninguna carga moral: simplemente no existen; es que ni se les menciona. Han existido, pero ya no. ¿Esto tiene alguna lógica o algún “peso” intelectual? Es totalmente irracional. Y, por lo mismo, moralmente inaceptable. Y no solo para los católicos: que LA MORAL ni es ni existe solo para los católicos.

En sexto lugar, la coletilla “siempre que no se presente como un derecho” referida a la admisión a la comunión sacramental para estas gentes es tan gratuita como la afirmación -reiterada por miembros encumbrados de la Jerarquía católica- de que los tales -católicos divorciados y “revueltos con otra"- “no están excomulgados".

¿Por qué se insiste entonces, una y otra vez, con esas coletillas dado que la Comunión Sacramental NUNCA ES UN DERECHO, siempre es UNA GRACIA?. Lo mismo que una “situación irregular” -catalogación que mantiene la AL- no deviene, porque no ha devenido nunca, en una excomunión. Porque exactamente así -como un “derecho"- se acoge su presunta "necesidad” de Cristo, hasta el punto de que no se les puede negar la comunión; y si no se les puede negar -"nadie” tiene derecho a hacerlo: la “nueva misericordia” no lo permite-, es porque “con esas ansias infinitas de Cristo y de Gracia” tienen perfecto “derecho” a que se les admita y se les dé la comunión sacramental.

Para extender más oscuridad y más infamia al tema -y más burla sacrílega al Sacramento de la Presencia Real de Jesús Sacramentado- se añade que “la comunión no es un premio para los justos". Y así lo convierten en un premio para los injustos, que usarán ante el mundo como condecoración. ¡Bien por el inventor del argumentario! ¡Un premio nobel a la intelectualidad y a la lógica habría que darle!

En séptimo lugar y para terminar -aunque podría seguir añadiendo puntos porque hay más-: ¿por qué se pone entonces el acento en lo que ni ha sido ni es en la Iglesia? Pues porque hay interés en ello: el tema no es gratuito; a estas alturas de la película y en estas “situaciones” nada se está haciendo gratuitamente.

Se hace -se está haciendo- como en el cuento del lobo malo y los cerditos o los corderillos: que el lobo feroz se embadurna de harina la pata, se la enseña por debajo de la puerta, la ven blanca, se creen que es un cordero, le abren la puerta… Y SE LOS COME.

Pues eso.
José Luis Aberasturi

Nota: Dedico la próxima entrada a comentar este artículo y sacar conclusiones.