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jueves, 14 de diciembre de 2017

APOCALIPSIS "BERGOGLIO" (por Francesco Lamendola)



Para leer el artículo original completo (en italiano) pinchar aquí

A continuación un resumen libre de este escrito:
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A nosotros que hemos visto, que hemos vivido, incluso cuando éramos niños, los años previos al Concilio, nadie puede venir a decirnos que esta Iglesia de hoy, la Iglesia del Papa Francisco, es la misma Iglesia Católica de todos los tiempos


Esto puede engañar a los jóvenes y a los ingenuos; no a aquellos que, por razones de edad y por el hábito de la reflexión y el escrutinio crítico de las cosas, no están dispuestos a dejarse llevar por las tendencias del momento. 

La de hoy no es la misma Iglesia que era entoncesy no es porque difiera radicalmente de ella en esencia, no porque ciertas de sus formas exteriores hayan cambiado profundamente. Además, en el caso de la Iglesia Católica, uno debe ser muy cuidadoso al distinguir entre forma y contenido: la Iglesia Católica no es un paquete de alimentos congelados que se pueden comprar en el supermercado, donde la caja no es más que un sobre sin importancia, que se tira cuando uno quiere consumir el producto: para la Iglesia Católica, la forma también es sustancia y la sustancia la forma. Esto siempre ha sido y debe ser así; lo que puede revisarse y tocarse es sólo la superficie, pero incluso para hacer esto, debe haber muy buenas razones. 

La Iglesia Católica es un edificio inmenso con dos mil años de historia: ninguna otra institución humana existente es tan antigua. Y, de hecho, no es una institución puramente humana: el católico está profundamente convencido de ello; y si no lo está, es señal de que no es un verdadero católico. Para el católico, los fundamentos de la Iglesia descansan en esta tierra, pero su cumbre llega hasta el cielo; y su cabeza siempre es Una y siempre la misma: el Señor Jesucristo, y ningún otro que no sea Él. Aquellos que lo olvidan, aunque sólo sea por un momento, no son verdaderos católicos y no están en la verdadera Iglesia

Estas no son opiniones, ni es una cuestión de "rigidez" de carácter, como le gusta decir y repetir al campeón del transformismo eclesiástico, Papa Francisco: ésta es una verdad absoluta y dogmática de la Iglesia de Cristo, aquélla que Jesús fundó sobre roca (son sus palabras); y lo que está construido sobre roca no debe ser sometido a restauraciones y cambios continuos, sino que permanece intacto e inmutable

Y ni siquiera se trata de "profundizar" el significado de la fe: la fe es fe y no hay nada que profundizar; y los fundamentos de la fe son la Tradición y la Escritura. (...) Fue Jesucristo mismo quien dijo: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán ( Mat 24, 35).

Nosotros, los católicos que hemos vivido y conocido la verdadera Iglesia, ..., dado que nuestro testimonio es esencial, no debemos renunciar a nuestra propia identidad ni desalentarnos, sino rebelarnos y decir en voz alta y fuerte que ha habido un engaño, lo peor que un creyente podría llegar a pensar: la ocultación de la verdadera Iglesia y su sustitución por una "nueva Iglesia" falsa y apóstata, que somete con sus mentiras y arrastra a cientos de millones de personas al error, sembrando escándalo y provocando amargura y consternación en el alma de innumerables católicos. 


Los jóvenes no saben, no han visto y no pueden comparar: crecieron en el apogeo de las Grandes Mentiras, aprendieron una serie de herejías y piensan que éstas son verdades de fe. El neoclero no espera nada más: que pasen unos pocos años más, que los testigos de la verdadera Iglesia desaparezcan y que desaparezca así cualquier posibilidad de darse cuenta del engaño. 

Pero para comprender todo esto, es necesario tener una mente lúcida y una voluntad dispuesta; aquellos que crecieron en el conformismo más total no pueden hacerlo. Y la nueva Iglesia ha sido muy astuta asegurándose de que cualquier sentido crítico y ejercicio de la voluntad, dormiten felizmente en las conciencias.

Para el católico, el "mundo" es la totalidad de las malas tendencias que surgen de la concupiscencia, la triste herencia del pecado original. Pero si los miembros de la misma Iglesia y teólogos, que se consideran católicos, dicen que no hay nada malo en hacerse al espíritu del mundo; que, incluso, es justo y meritorio, porque el mundo es una realidad positiva con la cual debe interactuar el Evangelio, ..., entonces las defensas colapsan y las puertas se abren al enemigo, sin que esto llegue a percibirse como tal apertura. 

Tomemos el caso de la liturgia: Nos encontramos por ejemplo, con el sincretismo hindú-católico en la catedral de Rodez, un auténtico escándalo para los fieles.


Obispo modernista François FONLUPT en la catedral de Rodez
Es una mezcla inaceptable de lo sagrado y lo profano, de la verdad y  de la falsedad. El católico respeta a todos los seres humanos de todas las culturas, pero no coloca a todas las religiones en el mismo nivel: Uno es el Camino a la Verdad y a la Salvación, y es el anunciado por Jesucristo. Quien cree y confiesa esto, es católico; quien no lo cree, ni lo confiesa, no lo es y está, por lo tanto, profundamente equivocado. 

Tratemos de ver las cosas desde la perspectiva de un joven católico, o que imagina que lo es, debido a que creció en el seno de una Iglesia progresista y modernista. Para él una Iglesia es uno de estos horribles edificios postconciliares que parecen fábricas o pabellones deportivos (...) sin un campanario (...) sin una cruz, sin una Virgen, signos visibles de su estatus como Iglesia Católica; frío, funcional, aséptico, desprovisto de alma, desprovisto de meditación, desprovisto de trascendencia, desprovisto de sacralidad. Para él, eso es una iglesia. 

Y la Santa Misa, para él, es un ritual en el que la gente mira al sacerdote a la cara, que habla mucho, demasiado; luego todos se dan la mano, y cantan "oraciones" que son himnos seculares y letanías a la justicia social ... y así sucesivamente; en un determinado momento, la gente va al altar, y erguida en pie, estira las manos, se ponen en la boca un trozo de pan y vuelven a sus lugares, a menudo mirando el reloj para comprobar que el espectáculo no dura cinco minutos más de lo previsto. Por otro lado, se canta mucho, se toca la guitarra, a veces incluso se baila ... todo en un ambiente muy relajado, muy lúdico ... y con aplausos incluidos. Esto es la Santa Misa para muchos jóvenes católicos de nuestros días

El asunto más misterioso de todos es el de la Eucaristía: un sacramento, por supuesto; sin embargo, qué es exactamente, no está claro en absoluto. Quizás en ese pedacito de pan estaría el Cuerpo del Señor Jesucristo, y en ese cáliz que levanta el sacerdote en el momento de la consagración estaría su Sangre. Esto es difícil de creer: sería un milagro hermoso y bueno

... Pero nuestros jóvenes católicos han escuchado innumerables veces, tanto por parte de los teólogos como de los historiadores "católicos" e incluso de los propios sacerdotes, que, con eso de los milagros, deben andarse con cuidado. ¿No les dijo su maestro religioso que los ángeles y los demonios son sólo representaciones simbólicas del bien y del mal? Y eso para casi todos los milagros de la Biblia ¿Hay una explicación racional, absolutamente conforme a las leyes de la naturaleza? En resumen, que no viene a cuento eso de perturbar lo sobrenatural ... sin necesidadEntonces, nuestro pobre muchacho, convencido de que no es bueno entrometerse demasiado en los misterios sobrenaturales hace como si no existieran. 

Con esta mentalidad que se les ha impuesto, el creer que en ese trozo de pan y en ese vaso de vino están el Cuerpo y la Sangre de Jesús, se convierte en algo realmente difícil, por no decir imposible. 

Y ahora, con la completa rehabilitación de Lutero por parte del Papa es todavía más difícil esa fe, puesto que Lutero no creía en la Presencia Real. Por cierto, Lutero sigue siendo formalmente hereje y está excomulgado  por la Iglesia Católica: éste es un detalle del que nuestro joven amigo ni siquiera es consciente, tal vez.  En la nueva Iglesia, que es misericordiosa para con todos ¿cuándo oyó hablar él de excomuniones? 

Ah, sí, ese obispo francés, como así se le llamó, monseñor Lefebvre, dicen que fue excomulgado, durante el pontificado del joven Pablo II.  Esto no lo conoce muy bien pero, según le dijeron,  es un peligro para la unidad de los cristianos ... la cual es el valor más sublime de todos (incluso más que la Verdad).

Lo que queremos hacer aquí es tomar a este chico de la mano, y a otros como él, incluyendo también a todos aquellos católicos que, aunque ya no son jóvenes, tienen poca memoria o un espíritu crítico débil, y decirles que se están dejando arrastrar, cada día,  hacia el relativismo, el naturalismo y el subjetivismo ... todo lo cual está en contra de la verdadera Esposa de Cristo, de la verdadera Iglesia. 


Sacarles de su modorra, advertirles y decirles: Atención: ¡te estás dejando engañar! ¡Te están diciendo muchas mentiras; se están aprovechando tu ingenio! Y, lo peor de todo, confían en tu deseo instintivo de vivir de acuerdo con el mundo, y no de acuerdo con Jesucristo. Recuerda que las dos cosas son opuestas e incompatibles. Quien quiera vivir de acuerdo con el mundo y satisfacer los deseos de la carne, debe olvidarse de ser católico y olvidar a Jesús. No agregues una blasfemia a la apostasía. 

A Jesús nadie puede manipularlo: nadie puede convertirlo en el rey de una religión de mentiras ...

Francesco Lamendola