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sábado, 7 de abril de 2018

Burke: Corregir al Papa para obedecer a Cristo (POR RICCARDO CASCIOLI)


Cardenal Raymond Burke

Están quienes acusan de desobediencia a los que han expresado dudas preguntas y críticas a lo hecho por el Papa, pero «la corrección de la confusión o del error no es un acto de desobediencia, sino un acto de obediencia a Cristo y por eso a su vicario en la Tierra». Así dijo el cardenal Raymond Leo Burke en esta entrevista concedida a La Nuova BQ, en vísperas de un importante congreso que habrá en Roma el sábado 7 de abril sobre el tema “Adónde va la Iglesia”.

Están quienes acusan de desobediencia a los que han expresado dudas preguntas y críticas a lo hecho por el Papa, pero «la corrección de la confusión o del error no es un acto de desobediencia, sino un acto de obediencia a Cristo y por eso a su vicario en la Tierra». Así dijo el cardenal Raymond Leo Burke en esta entrevista concedida a La Nuova BQ, en vísperas de un importante congreso que habrá en Roma el sábado 7 de abril sobre el tema “Adónde va la Iglesia” (hacer click aquí), en el que el mismo cardenal Burke será uno de los expositores. El congreso de Roma se llevará a cabo en recuerdo del cardenal Carlo Caffarra, uno de los firmantes de los Dubia, fallecido el pasado mes de setiembre. Como se recordará, los Dubia son las 5 preguntas dirigidas al papa Francisco para obtener una declaración clara de continuidad con el Magisterio precedente, luego de la confusión creada con las distintas y a veces opuestas interpretaciones de la exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia. A esos Dubia, de los cuales también el cardenal Burke es un firmante, el papa Francisco jamás les dio respuesta alguna, así como tampoco jamás respondió al reiterado pedido de una audiencia por parte de los cardenales firmantes.

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Eminencia, usted será uno de los principales expositores en el congreso del 7 de abril, que en nombre del cardenal Caffarra reflexionará sobre la dirección que sigue la Iglesia. Ya desde el título se percibe la preocupación por la dirección tomada. ¿Cuáles son los motivos de tal preocupación?

La confusión y la división en la Iglesia, sobre las cuestiones fundamentales y más importantes –el matrimonio y la familia, los Sacramentos y la justa disposición para acceder a ellos, los actos intrínsecamente malos, la vida eterna y los Novísimos– están cada vez más difundidas. Y el Papa no sólo se niega a aclarar las cosas con el anuncio de la doctrina permanente y la sana disciplina de la Iglesia, una responsabilidad que es inherente a su ministerio como sucesor de san Pedro, sino que también aumenta la confusión.

¿Se refiere también a la multiplicación de declaraciones privadas que son informadas por quienes se reúnen con él?

Lo que ha sucedido con la última entrevista concedida a Eugenio Scalfari durante Semana Santa y dada a conocer el Jueves Santo va más allá de lo tolerable. Que un conocido ateo pretenda anunciar una revolución en la enseñanza de la Iglesia Católica, sosteniendo que habla en nombre del Papa, negando la inmortalidad del alma humana y la existencia del infierno, ha sido una fuente de profundo escándalo no sólo para muchos católicos, sino también para muchos laicos que respetan a la Iglesia Católica y sus enseñanzas, aunque no las compartan. Más aún, Jueves Santo es uno de los días más santos del año, el día en el cual el Señor ha instituido el Santísimo Sacramento de la Eucaristía y el Sacerdocio, para que Él pueda ofrecernos siempre el fruto de su pasión y muerte redentora para nuestra salvación eterna.

Además, la respuesta de la Santa Sede a las reacciones escandalizadas llegadas de todo el mundo ha sido fuertemente inadecuada. Por el contrario, al renunciar claramente a la verdad sobre la inmortalidad del alma humana y sobre el infierno, en la desmentida está escrito solamente que algunas palabras citadas no son del Papa. No dice que las ideas erróneas, incluso heréticas, expresadas por estas palabras no son compartidas por el Papa y que el Papa repudia esas ideas contrarias a la fe católica. Este jugar con la fe y la doctrina, en los niveles más altos de la Iglesia, justamente deja escandalizados a pastores y fieles.

Pero si estas cosas son muy graves, y fuente de vergüenza, también sorprende también el silencio de numerosos pastores.

Por cierto, la situación se agrava aún más por el silencio de muchos obispos y cardenales que comparten con el Romano Pontífice la atención de la Iglesia universal. Algunos simplemente se callan. Otros fingen que no hay nada grave en ello. Otros todavía difunden fantasías de una nueva Iglesia, de una Iglesia que toma una dirección totalmente diferente del pasado, fantaseando por ejemplo con un "nuevo paradigma" para la Iglesia o una conversión radical de la práctica pastoral de la Iglesia, haciéndola completamente nueva. Luego están los que son entusiastas promotores de la llamada revolución en la Iglesia Católica. 

Para los fieles que comprenden la gravedad de la situación, la falta de dirección doctrinal y disciplinaria por parte de sus pastores los deja perdidos. Para los fieles que no comprenden la gravedad de la situación, esta carencia los deja en confusión y eventualmente como víctimas de errores dañinos para sus almas. Muchos que han entrado en la plena comunión de la Iglesia Católica -aunque habían sido bautizados en una comunión eclesial protestante- porque sus comunidades eclesiales han abandonado la fe apostólica, sufren intensamente la situación, al percibir que la Iglesia Católica está recorriendo el mismo camino de abandono de la fe.

La que usted pinta es una situación apocalíptica…

Toda esta situación me lleva a reflexionar cada vez más sobre el mensaje de Nuestra Señora de Fátima que nos previene del mal -aún más grave que los gravísimos males sufridos a causa de la difusión del comunismo ateo- que es la apostasía de la fe dentro de la Iglesia. 

El canon 675 del Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que "antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes", y que “la persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra develará el «Misterio de iniquidad» bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad”.

En tal situación, los obispos y los cardenales tienen el deber de anunciar la verdadera doctrina. Al mismo tiempo, deben conducir a los fieles a hacer reparación por las ofensas a Cristo y por las heridas infligidas a su Cuerpo Místico, la Iglesia, cuando la fe y la disciplina no son justamente salvaguardadas y promovidas por los pastores. El gran canonista del siglo XIII, Enrique de Segusio o el Hostiense, al afrontar la difícil cuestión de cómo corregir a un Romano Pontífice que actuara de modo contrario a su cargo, afirma que el Colegio de Cardenales constituye un control de facto contra el error papal.

Sin duda, hoy está muy discutida la figura del papa Francisco. Se pasa fácilmente de la exaltación acrítica de cualquier cosa que él haga a la crítica despiadada por cada uno de sus gestos ambiguos. Pero de alguna manera el problema de cómo referirse al Papa se aplica a cada pontífice. Por eso algunas cosas necesitan ser aclaradas. Mientras tanto, ¿qué representa el Papa para la Iglesia?

De acuerdo con la enseñanza constante de la iglesia, el Papa, por la voluntad expresa de Cristo, es "el principio y fundamento perpetuo de unidad, así de los obispos como de la multitud de los fieles" (Constitución dogmática sobre la Iglesia, n. 23, del Concilio Vaticano II). 

El servicio esencial del Papa es salvaguardar y promover el depósito de la fe, la verdadera doctrina y la sana disciplina coherente con las verdades creídas. 

En la entrevista ya mencionada con Eugenio Scalfari, hay una referencia complaciente al Papa como "revolucionario". Pero el oficio petrino no tiene nada, absolutamente nada que ver con la revolución. Por el contrario, existe exclusivamente para la conservación y propagación de la fe católica inmutable que lleva a las almas a la conversión del corazón y conduce a toda la humanidad a la unidad fundada en el orden inscrito por Dios en su creación y especialmente en el corazón del hombre, la única criatura terrenal hecha a imagen de Dios. Es el orden que Cristo ha restaurado por el Misterio Pascual que estamos celebrando en estos días. La gracia de la redención que emana de su glorioso Corazón traspasado en la Iglesia, en los corazones de sus miembros, da la fuerza para vivir de acuerdo a este orden, es decir, en comunión con Dios y con el prójimo.

Seguramente el Papa no es un gobernante absoluto, pero hoy en día se lo percibe mucho de este modo. "Si el Papa lo dice..." es la forma común de truncar cualquier pregunta o duda sobre algunas afirmaciones. Hay una especie de papolatria. ¿Cómo se responde a ello?

La noción de la plenitud del poder del Romano Pontífice ha sido claramente enunciada ya por el papa San León Magno. Los canonistas de la Edad Media han contribuido en gran medida a la profundización del poder inherente del oficio petrino. Su contribución sigue siendo válida e importante. La noción es muy simple. El Papa, por la voluntad divina, goza de todo el poder necesario para poder salvaguardar y promover la fe verdadera, el verdadero culto divino y la requerida sana disciplina. Este poder no pertenece a su persona sino a su cargo de sucesor de San Pedro

En el pasado, en su mayoría, los Papas no han hecho públicos sus actos u opiniones personales, precisamente para no arriesgarse a que los fieles se confundan sobre lo que hace y piensa el sucesor de San Pedro.
En la actualidad, hay una arriesgada e incluso perjudicial confusión de la persona del Papa con su cargo que resulta en el oscurecimiento del oficio petrino y en un concepto mundano y político del servicio del Romano Pontífice en la Iglesia. 

La Iglesia existe para la salvación de las almas. Cualquier acto de un Papa que socava la misión salvífica de Cristo en la Iglesia, ya sea un acto herético o un acto pecaminoso en sí mismo, es simplemente vacío desde el punto de vista del oficio petrino. Por lo tanto, aunque claramente provoque un serio daño a las almas, no obliga a la obediencia de los pastores y los fieles. Siempre debemos distinguir el cuerpo del hombre que es el Romano Pontífice del cuerpo del Romano Pontífice, es decir, del hombre que ejerce el oficio de San Pedro en la Iglesia. No hacer la distinción significa papolatría y termina con la pérdida de fe en el oficio petrino divinamente fundado y sostenido.

¿En la relación con el Papa qué es lo que un católico debe sostener mayormente?

El católico debe respetar siempre, de manera absoluta, el oficio petrino como parte esencial de la institución de la Iglesia por parte de Cristo. El momento en que el católico no respeta más el oficio del Papa está dispuesto al cisma o a la apostasía de la fe. 

Al mismo tiempo, el católico debe respetar al hombre a cargo del oficio que significa atención a su enseñanza y dirección pastoral. Este respeto incluye también el deber de expresar al Papa el juicio de una conciencia rectamente formada, cuando él se desvía o parece apartarse de la verdadera doctrina y sana disciplina o abandona las responsabilidades inherentes a su oficio

Para el derecho natural, para los evangelios y para la constante tradición disciplinaria de la Iglesia, los fieles están obligados a expresar a sus pastores su preocupación por el estado de la Iglesia. Los fieles tienen este deber, al cual le corresponde el derecho de recibir una respuesta de sus pastores.

¿Entonces es posible criticar al Papa? ¿Y en qué condiciones?

Si el Papa no cumple su oficio por el bien de todas las almas, no sólo es posible sino también necesario criticar al Papa. Esta crítica debe seguir la enseñanza de Cristo sobre la corrección fraterna en el Evangelio (Mt 18, 15-18). 

En primer lugar, el fiel o el pastor debe expresar su crítica de manera privada, lo que permitirá al Papa corregirse a sí mismo. Pero si el Papa se niega a corregir su modo de enseñar o de actuar gravemente en falta, la crítica debe hacerse pública, porque tiene que ver con el bien común en la Iglesia y en el mundo. Algunos criticaron a los que expresaron públicamente la crítica del Papa como una manifestación de rebelión o desobediencia, pero pedir –con el debido respeto a su cargo– la corrección de la confusión o del error no es un acto de desobediencia, sino un acto de obediencia a Cristo y por eso a su vicario en la Tierra.

Publicado originalmente en italiano el 5 de abril de 2018, en: www.la-nuovabq.it/it/burke-corregger…

Traducción al español por: José Arturo Quarracino