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jueves, 15 de septiembre de 2016

El verdadero origen de las divisiones en la Iglesia (De Mattei)



Informaciones, desinformaciones, puras verdades, verdades a medias, mentiras, se mezclan al parecer en la estrategia de comunicación de la Santa Sede. La historia de la Iglesia se escribe con entrevistas, discursos improvisados, artículos en blogs extraoficiales e indiscreciones mediáticas, abriendo la puerta a todas las interpretaciones posibles y suscitando la sospecha de que la confusión sea algo planeado. Veamos dos ejemplos recientes:

El primero tiene que ver con el caso la destitución en 2012 del presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR) Ettore Gotti Tedeschi. En el último libro de Benedicto XVI, Últimas conversaciones con Peter Seewald, el Papa emérito se atribuye la responsabilidad de la expulsión de Gotti Tedeschi, debida –sostiene– a la necesidad de renovar la cúpula de la Banca Vaticana. Ahora bien, el secretario del dimitido Pontífice, monseñor Georg Gänswein, ha declarado a su vez que Benedicto XVI era ajeno a dicha destitución y «quedó muy, muy sorprendido por la falta de confianza con el profesor». 

El 22 de octubre de 2013 Andrea Tornielli dio cuenta de ello en un artículo titulado La destitución de Gotti Tedeschi causa gran sorpresa a Benedicto XVI. El 9 de septiembre de 2016, el mismo vaticanista, sin detectar la menor contradicción, presenta la nueva versión, con el título siguiente: Ratzinger: la idea de cambiar la cúpula del IOR en 2012 fue mía. ¿Cuál de las dos declaraciones es cierta? Es innegable que alguien miente, y la confusión está servida.

El segundo caso es más grave. El pasado 5 de septiembre Infocatólica publicó una carta del papa Francisco a los obispos de la región pastoral de Buenos Aires en respuesta al documento Criterios básicos para la aplicación del capítulo VIII de Amoris laetitia. En el documento, destinado a proporcionar al clero algunos criterios con relación al capítulo octavo de la exhortación, los prelados argentinos afirman que, de conformidad con Amoris laetitia, los divorciados vueltos a casar pueden tener acceso a la Comunión sacramental aunque convivan more uxorio sin intención de practicar la castidad

El papa Francisco ha expresado su aprecio por esta indicación, y ha respondido a los prelados: «El escrito es muy bueno y explicita cabalmente el sentido del capítulo VIII de Amoris laetitia. NO HAY OTRAS INTERPRETACIONES. Y estoy seguro de que hará mucho bien». Al momento se ha desatado la polémica, y la carta del Pontífice ha desaparecido del mencionado portal, hasta el punto de que muchos han puesto en duda su existencia. Finalmente, l’Oservattore Romano ha confirmado su autenticidad. «No hay otras interpretaciones.»

Francisco ya había expresado su postura sobre los divorciados vueltos a casar en el vuelo de regreso de la isla de Lesbos, y parece definitivamente clara en este sentido. [Pinchar aquí] Pero si eso es lo que piensa, ¿por qué lo expresa en una nota a pie de página de Amoris laetitia y una carta privada que no se va a publicar, en vez de afirmarlo de modo claro y explícito? ¿Tal vez porque de esa forma la contradicción con el Magisterio perenne de la Iglesia sería pública y formal, cuando lo que se quiere es cambiar la doctrina de la Iglesia de manera ambigua y subrepticia?

Da la impresión de que nos encontramos ante una manipulación informativa que produce en el seno de la Iglesia las mismas tensiones y divisiones de las que se lamentaba el Sumo Pontífice en el discurso que pronunció en Santa Marta el pasado 12 de septiembre: «Divisiones ideológicas, teológicas, que laceran a la Iglesia. El diablo siembra celos, ambiciones e ideas para dividir (…) Las divisiones hacen que se vea esta parte y esta otra contra aquella y contra… ¡Siempre en contra unos de otros! Falta el aceite de la unidad, el bálsamo de la unidad.»

Ahora bien, las divisiones nacen del lenguaje engañoso del demonio y las vence, por encima de todo, la verdad. La verdad de la fe y de la moral, y también la verdad del lenguaje y de los comportamientos, lo cual significa renunciar a toda mentira, falsificación y reticencia, siguiendo las enseñanzas del Evangelio: «Diréis (solamente): Sí, sí; no, no. Todo lo que excede a esto viene del Maligno» (Mat. 5, 37) .

Roberto de Mattei