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jueves, 18 de junio de 2015

LAS TRES CAMPANADAS (1 de 9): Introducción



Es un hecho comprobado que, con el paso del tiempo, las grandes asociaciones de fieles cristianos, cuyo fundador fue un santo, reconocido como tal por la Iglesia, han ido a menos hasta apartarse de su espíritu original, el de su fundador. Pienso, por ejemplo, en san Francisco de Asís ... y los franciscanos (1209), en santo Domingo de Guzmán ... y los dominicos (1215), en San Ignacio de Loyola y los jesuitas (1534), en San Juan Bosco y los salesianos (1858), etc... 

Es cierto que han habido muchos santos en todas esas órdenes religiosas, pero en la actualidad, imbuida de modernismo, nos encontramos con teólogos, de reconocido prestigio (de distinta procedencia), muchos de ellos de gran influencia en la génesis del Concilio Vaticano II (incluidos teólogos protestantes) que han hecho más daño que bien a la Iglesia, al menos en lo que concierne a la ortodoxia.


Son muchos los nombres que se podrían citar: Henri de Lubac, Teilhard de Chardin, Jean Danielou, Karl Rahner (jesuitas), Hans Ur Von Balthasar, Schillebeeckx e Yves Congar (dominicos), y otros como Hans Küng,  Johann Baptist Metz, el cardenal Bugnini (reconocido masón), etc... todos ellos han tenido una influencia decisiva y nefasta en la elaboración del Concilio Vaticano II. Es éste un tema apasionante, pero ya le llegará su momento. Con relación a san José María Escrivá de Balaguer, su influencia en dicho Concilio (1962 a 1965) puede leerse pinchando aquí, aunque las opiniones están divididas.


En 1972, el papa Pablo VI, pronunció una homilía en la que aparecen esas palabras que tanto se citan, y que hoy en día tienen una mayor actualidad que cuando fueron dichas: “A través de alguna grieta -decía- ha entrado, el humo de Satanás en el templo de Dios”.


Desconozco lo que San José María pensaba acerca del ecumenismo y del diálogo interreligioso, tal y como se encuentra reflejado en los documentos del Concilio Vaticano II. Como sabemos este Concilio no fue dogmático, ni pretendía añadir nada nuevo a lo que ya estaba definido, con toda claridad, en los Concilios anteriores. Su objetivo era meramente pastoral ... "en principio" ... y así había de ser considerado, según las palabras del papa Juan XXIII, que fue quien lo convocó.

Sin embargo, ha habido derivaciones posteriores al Concilio Vaticano II, que han puesto en entredicho las palabras del papa Juan XXIII, con relación a la finalidad de ese Concilio ... hasta el extremo de que se ha llegado a una situación, un tanto extraña, en el seno de la Iglesia Católica, a cincuenta años del Concilio Vaticano II.


Por eso, cuando un católico se encuentra con sacerdotes ilusionados con su sacerdocio y con una gran formación y una fe que contagia, ..., es realmente afortunado, pues hoy día reina una gran confusión, no sólo en el mundo sino también en la Iglesia ... y aquellos que pretenden seguir siendo fieles a la Iglesia de siempre, teniendo en cuenta las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, suelen ser mirados con malos ojos ... por sus propios "hermanos", que se dicen "católicos", pero que no lo son, en realidad, pues han sucumbido ante el "mundo",  ante las proclamadas "verdades" de sus "pastores" (que no son tales, sino lobos con piel de oveja); y esto no sin culpa propia ... pues lo cierto y verdad es que nadie será engañado si no quiere ser engañado. 


A nivel de Jerarquía el problema es aún mayor. Y a los sacerdotes u obispos que se mantienen fieles a la Tradición de la Iglesia se les persigue y castiga (caso de los franciscanos de la Inmaculada) o se les destierra (caso de monseñor Livières, obispo del Opus Dei). Según el padre Alfonso Gálvez, comentando el último caso, afirma:


En nuestros recientes tiempos, todo el mundo conoce el caso de Mons. Rogelio Livieres, Obispo de Ciudad del Este y cuya trayectoria y ejercicio de su Ministerio no vamos a especificar aquí por ser demasiado conocidos. La Conferencia Episcopal del Paraguay fue precisamente el dedo acusador del infeliz Prelado (la vida y milagros de los componentes de la tal Conferencia también son conocidos), señalándolo poco menos que como delincuente.


Con todo, hay algo en este asunto que aún llama más la atención. El Gobierno de la Prelatura del Opus Dei (el Obispo pertenece al Opus Dei) se apresuró a tomar distancias sobre la postura y las declaraciones del Obispo. Las cuales habían consistido en proclamar su actitud de obediencia y exhortar a sus seminaristas a que fueran fieles a la Tradición y se mantuvieran también en esa misma línea de obediencia.

No podemos saber lo que pensaría el Fundador de la Obra si la contemplara tal como está en estos momentos..., pero podemos suponerlo. Algo que nació bajo tan felices auspicios, hasta el punto de suscitar el entusiasmo de Pío XII, ha descendido ahora a tal situación de servilismo y acercamiento a las Nuevas Doctrinas, que bien podría ser calificada como lastimosa y lamentable. En el mismo sentido, igualmente parece penosa la actitud del Cardenal Cipriani, Arzobispo de Lima y también miembro del Opus Dei. El cual, ante el terremoto recientemente suscitado en la Iglesia por los últimos resultados del Sínodo de la Familia, ante los que tan valientemente han protestado algunos Cardenales, Cipriani, sin embargo, bien conocido por su espíritu conservador y de fidelidad a la Iglesia, está manteniendo un pudoroso silencio. No tendría nada de particular que algunos pensaran que el Cardenal temiera que el Gobierno del Opus Dei también tomara distancias respecto a él; aunque es de esperar que no sea así, a fin de que muchos no tengamos que rectificar el buen juicio que hasta ahora manteníamos con respecto a su persona.

Yo he leido varios de los libros de Escrivá de Balaguer. Se palpa, en todos ellos, un gran amor a Dios, encarnado en Jesucristo, y a su madre, la Virgen María. Lo sobrenatural está perfectamente determinado, sin confundirse con lo natural. Como decía santo Tomás, lo sobrenatural supone lo natural y lo perfecciona, pero nunca lo anula ni, en la vida cristiana, se confunden ambos órdenes: uno es el orden natural y otro el sobrenatural (a éste sólo puede accederse por la gracia y nunca por las solas fuerzas).

En particular, los libros "Es Cristo que pasa" y "Amigos de Dios", que son recopilaciones de homilías suyas pronunciadas en distintas ocasiones, además de ser amenos y fáciles de leer, dejan paz en el alma, esa paz que procede del amor a Jesucristo. Se nota.  

Supongo que la idea de ecumenismo de san José María no era la que ahora se lleva; pero si en algún momento lo fue, tal vez en los primeros años posteriores a la terminación del Concilio Vaticano II (1965), que no lo sé, algo sí es demostrable, con respecto a su pensamiento real. No cabe duda de que, a medida que se avanza en edad, las personas, en general, van siendo más conscientes de lo verdaderamente importante; y las ideas se van clarificando. Y esto podemos también aplicarlo a nuestro santo. Las ideas de madurez suelen reflejar el verdadero pensamiento o el pensamiento más completo de una persona. 

Estas ideas suyas pueden verse reflejadas en lo que se conoce como "las tres campanadas", de San José María Escrivá de Balaguer. Algo dice sobre ellas su biógrafo Andrés Vázquez de Prada En los próximos posts haré un extracto de lo que considero más relevante ... en esas campanadas. Lo preocupante ahora es: los seguidores actuales de San José María Escrivá de Balaguer, ¿siguen manteniendo el espíritu de su fundador? Aunque en teoría sí, sin embargo, los hechos cantan. Y la nueva canción se va pareciendo cada vez menos a la canción original, la auténtica. Esto se puede ver en la misma página web del Opus Dei, cuando habla sobre su nuevo vicario general, monseñor Fazio, así como en dos de las entradas de este blog. Hacer clic aquí y aquí.


(Continuará)